sábado, 10 de diciembre de 2016

Llega diciembre con sus alegrías!

¡Pero qué puto frío el que hace!

Se me congelan los dedos, pero bueno, con tal que funcionen...
anyways....

De nuevo acá escribiendo, aunque no será por mucho tiempo parece. resulta que el número 108 es por tradición el tope de posts para mís blogs. Ya sé, es una tradición muy reciente, llevo apenas un blog completado de esta forma. Y en este blog, este sería mi nonagésimo noveno post (veerga, tuve que buscar eso en wikipedia).



Por lo tanto, no creo que dure mucho, aunque todo es relativo, y así como he escrito "seguido" últimamente, puede que no haga sino un post por año. Me conozco. ¿Ustedes me conocen?

Es una pregunta seria.

Aunque está precedida por una mentira muy grande, yo no me conozco. Creo que lo hago, pero no estoy 100% seguro.

Sea como sea, mucho gusto, mi nombre es Andrés. y este año ha sido uno de los más peculiares de mi vida. he cambiado tanto este año, he aprendido tanto, que ya no me reconozco como esa persona que era hace un año. Como siempre, la esencia sigue allí, pero todo ha evolucionado.

Tal vez he dado pasos al costado en ciertas cosas, es cierto. Pero he dado pasos gigantezcos en la dirección que, al menos por ahora, creo que es la adecuada. Pues una de las cosas que aprendí es que, según el momento, puedo pensar que estoy yendo por el camino adecuado y cuando me detengo e intento mirar las cosas desde fuera, me doy cuenta que este no es el camino y que me he perdido, me he dejado llevar por vistosas quimeras, que me han llevado a oasis inexistentes; la ilusión se rompe al meterme la manotada de arena en la boca, creyendo que esta saciaría mi sed.



En otras palabras, todos tenemos nuestros sueños, nuestras misiones personales, nuestros deseos íntimos y otros más públicos. Este año me di cuenta que al menos un 70% de las cosas que había estado construyendo a lo largo de los últimos 5 años, me llevaron hasta callejones sin salida, o a loops de los cuales parecía ser prisionero, cuando lo único que debía hacer era ponerme los pantalones y tomar decisiones. Decisiones que permití por demasiado tiempo que otros tomaran por mí.

Uno termina, después de un tiempo, llegando a una encrucijada, en la cual, dependiendo de las acciones consecuentes, uno puede convertirse en aquello que detesta o teme; es decir, ceder ante la presión. O resistir, tener paciencia y emerger como un ser, un poco mejor. Al menos con un poco más de experiencia. Lleno de cicatrices en gran parte. Algo así como Deadpool.





Después de perder a quien llegué a pensar que era el amor de mi vida, después de perder mi hogar, después de perder a mi mamá, a mi hermana (bueno lo admito, era más importante de lo que pensaba inicialmente), luego de perder toda estabilidad emocional, todo ánimo de vivir, después de perder amigos cercanos, después de haberme dado cuenta que había perdido tiempo y dinero invertidos en ídolos. Me encontré, de nuevo, que la felicidad de la vida está en las pequeñas cosas.

- ¡Apague y vamonos! ¡Qué cosa tan cliché! 
- ¡No! espere un momento que esto se compone. 

Yo sé, sé lo trillado que suena esa frase, pero realmente cuando uno pierde tantas cosas, se da cuenta que desde un comienzo, en gran medida, uno mismo se encargó de ponerse los problemas encima. Y perdió de vista ese horizonte idealista que tenía al comienzo, porque todos lo tenemos. Pero ese horizonte sigue allí, detrás de toda esa basura que se ha acumulado con los años.



Imágen tomada de Dodesukaden, de Kurosawa. 


En Dodesukaden, el tipo del tren es un excelente ejemplo de esto, es un loquito. No se sabe de donde viene su mal, aunque posiblemente sea de nacimiento. Pero representa esa vida llevada en ilusiones, no sólo se cree él mismo el tren, sino que además, él lo maneja. Se maneja.... se dirige. es decir: escoge esa realidad, no hay de otra. Ahora imaginemos por un segundo que un día abriera los ojos a la lucidez. ¿Imaginan lo difícil que sería destruir todo esa ilusión? ¿De alguna manera no sería mejor quedarse en ella? es que es un asunto claramente platónico. La alegoría de la caverna, es un símbolo de las incontables veces en las que nos encontramos en este tipo de situaciones que nos alejan o acercan a la realidad. Y finalmente cada uno ve lo que desea ver: yo deseo ver la verdad, por más cruda que sea.

Promethea, un tesoro invaluable.


Y es que gran parte de la trascendencia está en eso, derrumbar esos muros que nos atan a los cánones, a los arquetipos que nos construyen, y que a la vez nos construimos nosotros mismos. La verdad está ahí al frente de nosotros, abrazarla es difícil, y el cuerpo/mente, tiene como mecanismo de defensa crear mentiritas que soporten ese sistema tan falaz. Entonces comenzamos a acomodar cada vez más muletas que soporten esa realidad que se escurre entre nuestros dedos, con el fin de tener algo en qué creer, algo por lo qué vivir.


El sueño, de Dalí.

Pero no hay muletas suficientes que soporten tal realidad, mucho menos cuando esa misma realidad lucha por liberarse de esas mentiras, es decir, no soporta incluso sus propias mentiras, cae por su propio peso como dicen. Seguir intentando mantenerlas en pie no sólo es un gasto de energía innecesario, sino un consumo irreversible de tiempo, de vida, de todo. 



Los cambios

No he podido definir si los cambios suceden de la superficie hacia adentro, o son todo aquello que está guardado, floreciendo de alguna forma hacia el exterior.
He decidido que como todo, es una especie de cíclo.


Comencé a cambiar mi apariencia, porque hace rato deseaba tener algo diferente, entonces dejé que mi barba creciera. Y me gusta, me siento bien con ella, además tiene funciones sociales interesantes: parezco mayor, me da cierto aire hipster y siento que de cierta manera estoy yendo contracorriente. No porque vaya en contra de la creciente popularidad de el vello facial decorativo, sino porque siento que voy en contra del yo que detestaba el vello facial, además voy en contra de mi pasado, y esa es razón suficiente para hacer el cambio un hecho: Ahora tengo Barba, y no me siento yo sin ella. 

Puede no ser la barba más poblada ni linda del mundo, pero me he ganado mis seguidoras por ella. ¡Que eso sirva como refuerzo positivo en esta vanidad tan condicionante en la que me encuentro!

Así que ahora Soy, con ella. 



Otro cambio fue el cambio de pareja sentimental. Pilar fue la persona más importante de mi vida por cerca de 5 años, y en muchas ocasiones se convirtió en algo más importante que mi propio bienestar, y yo sentía que eso valía la pena. Hasta que no lo sentí más. Hoy, casi un año después de todo lo que sucedio, no puedo decir que ya todo esté superado y que todo esté bien, porque no es así, pero he tenido la oportunidad de estar con otras mujeres maravillosas que me han enseñado, a las buenas y a las malas, que hay mejores cosas allá afuera. Y que para Pilar, de alguna u otra forma, haberme dejado ha sido uno de los errores más grandes que ha cometido, además, porque se convirtió en eso que ella tanto odiaba, esas "perras, guarichas". Yo ya me quité la venda, ¿Ya se la habrá quitado ella?
En todo caso, fue un gran aprendizaje, uno invaluable y por eso le agradezco, me arrepiento de poco, y realmente de ese poco que me arrepiento, me arrepiento no haber sido un poco más hijueputica. pero qué se le hace, la amaba demasiado. 

Ahora es triste pensar que la única razón por la que la querría de nuevo a mi lado sería para la egoistísima satisfacción fisiológica. Ojalá pudiera sentir algo más... ojalá hubiera podido llegar a sentir algo más por Erika, y ojalá hubiera podido sentir un poco menos por Luna, pero así son las cosas. (De ellas hablaré luego, merecen más que una simple mención.)

Otro cambio fue mi hogar. De él sí no quedó nada, absolutamente nada ¡Es como si una catastrofe natural hubiera llevado ese octavo piso en la calle 49 con caracas a uno de los más profundos niveles del olvido! Todas las experiencias que viví en ese lugar, todas fueron valiosisimas, pero todas se fueron a la nada de un momento a otro. Y me lo advirtieron, me lo advirtió mi hermana. hace unos días soñé con ella, y me di cuenta de que la extraño. Pero no sé exactamente cómo. Tal vez al igual que con Pilar, extraño la imagen de lo que alguna vez fueron los mejores momentos que pasé con ella. 

Y mi mamá, bueno, mi mamá no ha dejado de insistir desde que sucedió todo. Pero esa insistencia es vacía, siento que es como la lluvia golpeando mi ventana, sacandome de un sueño profundo para sólo llevarme a otro aún más profundo, ¿Cuál es el fin de abrir la ventana y dejar entrar el agua? realmente no quiero ningún contacto con ella, y aunque ya la perdoné, hace tiempo la perdoné; creo que es lo mejor, no conozco una persona que me desestabilice más y con tal facilidad, que mi mamá. Lo siento. Así es, y lo intenté, le di mil oportunidades, y otra más para confirmar que no estaba siendo demasiado radical como suelo serlo, pero nada. Simplemente tenía que ponerme yo el paracaídas y dejar que el avión se cayera con ella. No había más opciones. 

La academia, dios... es que por dónde comenzar... quisiera decir tantas cosas con respecto a esto, y sin embargo, aún no sé cómo es posible que sucedan tantas cosas malas en un lugar que se ve tan bueno. En un lugar que se supone debería ser una especie de 'Sanctuary', de refugio, pero la mejor comparación que puedo hacer es la de una iglesia cristiana llena de fanáticos. Ustedes mismos harán las comparaciones pertinentes. Agradezco haber aprendido algunas cosas allá, no lo niego, y guardo todo el respeto que me es permitido guardarle a aquella institución. ¡Pero es que me jodió la vida en tantos sentidos! Lo peor es que yo permití que tantas cosas ocurrieran, siempre di nuevas oportunidades, siempre estuve presto a hacer de ese lugar un mejor lugar, de las personas de allá mejores personas. No me daba cuenta que en ese esfuerzo vano, estaba gastando todo mi ser. Yo no estaba ganando nada, entre más me esforzaba por agarrar algo, más se alejaba. Era un castigo tantálico. La diferencia era que mi único pecado había sido ponerme yo mismo la venda sobre los ojos. 



Apenas la fruta estaba a su alcance,
Tantalo estiraba la mano y la rama se alejaba.


Entre otros cambios están la universidad y el trabajo. realmente eran ambos cambios necesarios. Estoy muy contento en mi nuevo trabajo, y estoy mucho más contento por no haber tenido que estudiar este segundo semestre. realmente me siento enfermo al entrar a la universidad, se convirtió en un foco negativísimo, y necesito de alguna manera limpiarlo, o limpiarme... llegar con una nueva mentalidad, y para eso, necesito trabajar en otras cosas. Buscar independencia. 



La EIA me ha enseñado muchas cosas que nunca pensé posibles, he aprendido a acercarme más a las personas, desde un punto diferente, desde un rol más humilde, pero a la vez más influyente. Además ha sido un campo de experimentación valiosísimo, para desarrollar competencias interpersonales, para poner en práctica tantas teorías, tanto conocimiento adquirido en la Universidad, tanto ha servido para tan poco, que en ocasiones me encuentro confiando más en mi instinto. de nuevo ¿En qué más se puede realmente confiar acaso? 



El último cambio ha sido el interno, el que no se ve, a veces hasta yo mismo lo pierdo de vista. porque es el más complejo. Es natural querer cambiar el mundo que lo rodea a uno, pero es antinatural cambiarlo si la misma persona no hace un cambio, un sacrificio propio primero. es decir, si no hay un cambio de paradigma que deje a esa perosna que era antes bien lejos, y de paso a una nueva persona. a una nueva forma de ser en su sentido más literal: 
Ya combatí, varias veces este año. He hecho más sparring del que jamás había hecho, y tengo ya tres peleas encima, es un poquito de experiencia, realmente sé que es muy poco ¡Pero he aprendido tanto! 
Aunque tal vez lo que más he aprendido es a equivocarme, a perder, porque de esas tres peleas sólo he ganado una, y de los sparrings me he ganado una naríz rota y varias lesiones. Pero he aprendido tanto, jajaja. He aprendido que aún, en ocasiones, tengo miedo, más en sparring que en peleas, al pelear soy demasiado confiado, pierdo el enfoque, y pierdo de alguna forma lo que sé. No se expresa. Pero ya llegaré ahí, es un camino más. Pero sé de lo que soy capaz, y sé lo que me hace falta ¿Y no es eso el más valioso aprendizaje que uno puede adquirir?

 sigo sin saber por qué me da más miedo esto...

...que esto!


Seguiré con las botas puestas. seguiré caminando y tropezando, seguiré sin parar. Seguiré divirtiendome con lo que hago, seguiré abrazando los cambios, al comienzo con asco, luego con cariño, seguiré siendo quien soy aunque en una mejor versión. seré una actualización constante del iOS. seré quien deseo ser, y seré la pestaña en el ojo de algunos en algun momento. Seguiré haciendo lo que me gusta y gane o pierda, siempre siempre seguiré luchando por mí. 

Tengo tantas cosas por las cuales estar contento y agradecido con tantas personas Mis estudiantes, Mi maestro, Sifu Alex, mis amigos, ¡Mi hermano! ¡Mi papá! ¡Tantos más! 


Pero las palabras son tan débiles para expresar agradecimiento... sólo quiero que sigan conmigo, gracias por acompañarme hasta ahora y me encantaría seguir recorriendo caminos de su mano. 



Au revoir! 







domingo, 6 de noviembre de 2016

Un disco, una canción, un final y un comienzo.

Todos estamos llenos de contradicciones.

“Queremos lo que no tenemos”

Es tan simple y a la vez tan complejo, es un taijitu viviente, girando y girando como una máquina eterna, los engranajes se soportan porque sí, porque no hay más opción, pero saben que sin el otro no funcionarían ¿Qué impulsarían? ¿A qué propósito superior servirían? Quedarían estancados en el abismo solitario de no tener un cambio.
Cambio.

“Ch ch ch ch changes”, otra referencia a Bowie. De un tiempo para acá no puedo evitar escuchar melodías y canticos que crecen como gusanitos dentro de mi baboso cerebro, todos provenientes de esa mosca de la fruta musical, una fruta dulce y deliciosa, David ¿Por qué te has ido dejándome así, sin más de esos huevitos tuyos tan tiernos que son canciones? para que luego eclosionen gracias a una cita, una referencia o una vil pendejada de esas que digo, con tanta gracia…. No las pendejadas, las canciones. Los cambios, parecieran venir en olas: mientras yace tumbado en la arena el incauto y dormido o atontado tal vez por el sol, se permite sentir la refrescante y leve sensación del agua llegar hasta sus pies, sus muslos, tal vez sus nalgas, tal vez su espalda. Baja, media, alta. Hasta que, confiado en el ir y venir del agua, el ebb and flow, Poseidón le termina en la cara sin avisar. Resulta en un hilarante ahogamiento, en el que la risa misma es un agravante y el agua un pequeñísimo catalizador acuoso. Gracias a Buda es sólo agua, digo yo. Aunque todas esas ballenas y titánicos mamíferos marinos insistan en utilizarlo como sopa primordial y lanzar esas proporcionalmente titánicas eyaculaciones.

Pero estoy dándole vueltas al tema, “bueno y si esa era la idea ¿no?” dijo ese tal Felipe. Sí, lo es, de hecho, vamos a ir desenredando el hilo, a ver qué pasa, a ver a donde llega esta vaina.
No digamos ni primero, ni segundo, ni tercero, digamos “entonces”… porque no hay comienzos ni finales, esto es toda una historia cíclica, léase desde el primer párrafo en orden, o desde el segundo, o el tercero, ad infinitum (¿o ad cyclicus?), da igual.


Entonces comencé a escuchar demasiado esa canción que hablaba de una cosa pero yo entendía otra, y me gustaba que fuera así, porque nunca había sentido que una canción pudiera ser una mujer y que una mujer pudiera ser canción, al mismo tiempo y en el sentido contrario. Astronauta, de Paisano.  Analizando incluso simplemente el léxico de la canción, mímico, limitado, cíclico de nuevo… es un postrecito que no llena, que eterniza el estómago y por ende el corazón. Es una historiecita astronómica, galáctica, simpática y …. “¿Cíclica?” No Felipe, más bien, cínica, cómo tú que ya no sabes con quién más jugar, y juegas con esa amiguita tuya que te invita a comer helado y te hace galletas con Nutella. Ni para qué. Tomáte un tintíco y callá. Así, grave, grave, agudo. Como aumentando en tempo, como volviéndolo más violento. ¿O en temperatura? Porque es que el problema es ese también, y es que nunca había sentido que esa fricción tan deliciosa tuviera que tener una palabra de cuatro letras en medio para sentirse tan bien, y la palabra no es culo, no señor.


Entonces, también podría tener otra palabra de cuatro letras en medio y sentirse igual de bien, o no tenerla, da lo mismo porque la nada da igual si se tiene o no.

- ¡Ah, pero claro que no! ¡Ahí yerras! Porque en el budismo hay dos tipos de nada, y hay una nada llena y hay una nada vacía, y no queremos la nada vacía, no claro que no, es la ceguera negra, la del escritor ese que nunca he leído….

- Ah sí, Borges.

- Aunque sí lo he leído, leí uno de sus cuentos que habla sobre la infinidad y la escala más grande que hay, que es la de la imaginación, la de la vaguedad, del vacío.

- ¿No te digo? Es que esa era la que él conocía, la de la razón, la de lo sensible.

- ¿Cuál es la otra entonces? Y no te vayas a comenzar a contradecir como de costumbre.

- No es necesario. Es que son ambas caras de la misma moneda, es esa nada brillante que vio Sor Juana en uno de sus viajecitos ácidos, o peyoteros, porque ¡Ah claro! ¡Bandida, muy monja y muy convento pero sabías lo que era lo bueno! Es la nada exponencialmente infinita, inimaginable, del todo que siempre ha sido, es y será; y no hablo de esa mediocridad occidental de Diosito lindo, hablo de esa luz…

- Pero sabemos lo que pasó después de verla…

- Exactamente, volvió a ese vacío sensible, imaginable… porque la Nada brillante, esa ceguera blanca, infinita, y que todo lo deja claro como el agua, es efímera, más aún que la plata, el tiempo, el dolor, o el sexo.


Entonces, resulta que en esa búsqueda de iluminación, de esa brillantez detestada por Don Rigoberto, pero que realmente envidiaba y deseaba porque no comprendía y no poseía, la contrastaba con los matices de su esposa, luego no esposa, luego de nuevo esposa: Lucrecia. Dama, ama y señora de sus aventuras imaginaras rocambolescas en las que se perdía en pluviales ires y venires de secreciones deliciosas y manjares otorrinolaringológicos. ¡Todo un festival hedonista! que también apoyo, por supuesto. ¿Qué sería del amor sin todo ese cúmulo de energía traducida por el cuerpo en juguitos pegajosos? Nada… y Nada ni de la budista ni la no budista, nada de la que ni vale la pena hablar. Entra Fonchito en escena ahora, el teatro queda en silencio nada más con verlo, ese demonio en piel de ángel, ese superhombre en piel de niño. ¿Manipulador? ¿Jugador? ¿Amo del destino? ¡Bah! Ninguna… es simplemente una mezcla de circunstancias: una ciudad travestida, un papá hedonista, una mamá muerta, una madrastra sumisa, una biblioteca erótica y una excepcional prosa. Resulta entonces un ideal, un bello y perseguible ideal. Pero tal como los grandes ideales, imitables hasta un punto, luego hay que poner una gota de uno mismo, ¿Dañándolo? ¿Mejorándolo? quien sabe, eso depende del autor.


Entonces, comencé a pensar sobre la monogamia, sobre ese conceptito tan torpe y occidental, ¡Tan humano! Ay, es que me da por pensar en si los animalitos se pusieran con eso…  ¡Cuántas especies no se habrían extinguido ya! Y con ese agravante que es el ser humano, qué tristeza ser así, mejor me vuelvo gato y miro a la Luna, como el cuadro que ahora adorna mi pared y mañana tal vez adornará la de la Luna. Y es que los gatos son así, no se preocupan por ser fieles; sus contrapartes, aunque inicialmente parecieran lo contrario, esa raza tan inferior a la felina, que son los perros, ¡Ay, tan leales siempre! pero cuando en el viento se mezclan los aromas de aquellos arrebolados y férreos líquidos en movimiento dentro de ese compartimento tan expuesto en las hembras de esas especies, es cuando hay que tener cuidado, pues ahí ya no hay amigos, ni lealtad, ni amor, ni nada. Pero los gatos son más honestos, uno sabe a qué atenerse, a la traición. Pero ya no puede ser llamada traición, eso sería banalizar el conjunto de circunstancias que conllevan a esa “infidelidad” felina, que ahora se podría llamar poligamia, una calificación más humana. Palabra sacrílega desde hace unos cuantos siglos, pero cada vez más reivindicada y referenciada que la gran Valeria Mesalina. ¿Pecaría entonces si viviera en este mundo actual, o en otro más actual que aún ha de venir? Venir…. Los siglos se vienen en nuestra cara, es todo un bukkake cronológico. Y nosotros cerramos los ojitos, como los chinos, no va y sea nos embarace un globo ocular y de ahí nos salga Eva. Y todo vuelva a comenzar, y ahí sí queramos que el tiempo vuelva atrás. Pero no se puede, porque el único detalle es que la ciencia no ha podido crear esas maquinitas del tiempo, por eso creo que nos resulte un poquitico bien jodido volver a los días en que…. Ya ustedes saben el resto.

Entonces, nos concentramos en la pelea, en todo el sentido léxico semántico que tiene una concentración futbolística, de esas a los que algunos convocan y algunos no, algo banalísimo, irrescatable y tácito, superfluo, menos para mí. Entonces a la vez comienzo a ir más lento, desacelerando el tecleo, tac tac tac, como quien se fuma un puro… se me van las ideas, comienzo a padecer esa ceguera de Borges, o una peor, una gris, una en la que veo siluetas borrosas, nubes, princesas grumosas, y pierdo la elocuencia, me vuelvo a un estadio más básico, más primitivo, más “uga chaka, uga uga”, y es que no puedo detener este sentimiento. Porque la razón es un problema, y acá sólo cuenta el instinto, no el de reproducción sino el de supervivencia, el cazador. Los brazos se adormecen, siento que los dedos no responden y la respiración se.en.tre.cor.ta. De seguro sobreviviré, pero ¿Ganaré el combate? Realmente no importa, si gano aprenderé, si pierdo aprenderé más. Aprenderé a no confiarme, pero a confiar en mí mismo; a dominar y ceder, a no ceder y a dominar; aprenderé a ser un momento, una fracción de segundo, un deseo germinante, una idea pequeña que se convierte en algo más grande, entonces seré amo y señor del tiempo y del espacio. Ya sé que ya se perdieron ¡Y eso que iba despacio!

martes, 26 de abril de 2016

El abismo (ensayo)

“I have a strong urge to fly,
but I’ve got nowhere to fly to”
R. Waters
“Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.”
F. Nietzsche

Capítulo I
… entonces pensaba en comenzar a escribir diciendo “pero no sé qué decir”. ¡Pero no podía! Habría atentado contra mí mismo, contra mi naturaleza de no andar dando 'peros' como una miserable excusa por cualquier inconformidad. Tampoco podría decir ‘no’, al menos no en la primera frase. Ni tampoco podía decid 'sé' porque después del no, suelen ser una pésima combinación, no hace falta sino mirar la introducción a la argumentación de grupos específicos que ahora no vienen al caso y como comienzan sus intervenciones con un dubitativo “no sé si está bien” o un “yo creo que…” del cual hasta yo he sido víctima. ¡Yo! ¿Pueden creerlo? En mi académica perfección he caído hasta los más profundos círculos del infierno argumental, dudando sobre lo que digo.
Yo no dudo, hablo con verdades, con máximas.
Y si están mal, pues ya están escritas. Y algún día se leerán con infinito fervor esas palabras tan ambiciosas, tan tercas y con ínfulas de superioridad, y entonces se encontrarán verdades ocultas en las páginas de volúmenes dedicados a verdades absolutas, más grandes que el universo, más extensas e infinitas que la biblioteca de babel. Más presumidas que Ícaro y más concretas que esta misma tinta con la que hoy escribo estos grafemas de tristes figuras.
Pero no, no sé ¿qué decir?
En realidad este es otro ensayo, de nuevo, uno libre, sin forma, como el agua. En el que trataré de encontrarme a mí mismo dentro del mierdero psíquico y emocional en el que estoy, sin salir de él, buscaré entre lo inerte las partes que se han caído y ahora se descomponen junto a las heridas que se bañan en sales y minerales malolientes. Para ver qué perdí, cómo quedé, quién soy ahora… pero más importante aún. Cómo salir de esta trinchera.
Los epígrafes son hermosos y desde que los conozco me he enamorado perdidamente de ellos, de su belleza, de su simpleza, de su resumido y a la vez pretensioso carácter.
“Enamorado perdidamente”.
¿Se dieron cuenta?
Maldita sea la hora en la que estas palabras van fluyendo de mis dedos pues los recuerdos se van colando through the tips of the fingers, pero esta es la idea en este momento, y así como alguna vez lo dejé claro en mi ensayo sobre la inconsistencia, soy un obsesivo declarado. Me enamoro perdidamente, locamente, de todo lo que me atrae. Entonces vivo de impulsos y de amores pasajeros y fútiles. Y no hablamos de mujeres acá. Porque no es lo único, hablo de pasiones, hablo de vicios, hablo de virtudes y hablo de costumbres: no existen. Son todos momenticos. Chiquitos. Chiquititos.
Y es que ese es el problema de ser un presunto artista, que uno termina pensando con el corazón cuando debe hacerlo con la cabeza. Al revés funciona de la misma manera. Presunto porque ni hay pruebas ni se ha demostrado lo contrario.
Primero lo primero, hablemos de los vicios. No tengo vicios, porque no me duran, simplemente me consumen y me dejan jadeante, cansado y arrepentido. Tengo males, muchos males, pero como gripas, como diarreas, como maricaditas que se van y llegan. Entonces no los tengo por mucho tiempo. A veces quiero creerme el putas, pero no paso de la primera sílaba. A veces quisiera ser alcohólico, pero me dura un mes la rutina y la plata. A veces quisiera ser drogadicto, pero me aburro con facilidad, y me distraigo mucho, y necesito eventualmente aterrizar. A veces me gusta dejar volar la imaginación en las cosas más soeces y desagradables, que harían sonrojar hasta al más depravado, o tal vez no; pero finalmente no duran mucho, las fantasías se desbarajustan solas y no queda sino una risa de ellas.
En otras ocasiones quisiera ser un jugador, pero la suerte me dura dos rondas de póker. O un abusador, o un violador, o un despiadado, o cualquiera por el estilo, pero no tengo ni el estilo ni la valentía de serlo. O la cobardía, ustedes juzguen.
Así que el único vicio que me queda es la pereza, pero la pereza qué tiene de malo si no daña a nadie, es el vicio más cercano a la virtud, incluso, con unos retoques en su editor de  imágenes de preferencia podría hacerse pasar por meditación, introspección, un trabajo espiritual que nadie puede entender, una iluminación que nadie puede alcanzar sino el perezo… el virtuoso. Los límites de esto son tan discutibles. La pereza suena a pecado, ¿Pero qué actividad que exalte o adormezca los sentidos no suena a pecado acaso? ¿La inactividad se convierte en qué? ¿En castigo del cuerpo o en ejercicio de la mente?
Ya volveremos a esto.
En segundo lugar, hablemos de las virtudes.
Punto.
En tercer lugar… no, no es que no las tenga. Es que me parece pretencioso y tal vez un poco pedante andar señalando mis virtudes, que en últimas no son la gran cosa. Tampoco dignas de menosprecio, pero no son la gran cosa, y el punto no se pierde si ellas se pierden. Así que dejémoslas entre líneas, a juicio del lector.
Así que como decía, en tercer lugar, hablemos de los momentos. De lo que los demás llamarían costumbres, o disciplinas. Tengo tres años para formarme en algo, ya que después de eso, tengo un problema biológico inmenso y es que mi cuerpo cambia completamente de células durante ese lapso de tiempo, y entre tres a cinco años yo ya no soy el mismo, y de pronto suena la alarma que puse hace cinco años y me digo a mí mismo “mucho gusto, Andrés Guerrero”. Ya me he consumido en ese periodo de tiempo, ya no soy ni volveré a ser como antes, y como dice la canción: “más viejo que ayer y más joven que mañana”. Y es que mi inconsistencia es biológica, y como acá en Colombia no hay carreras que duren tres años, ni cuatro como para tener un año de cortesía, ni a veces cinco. Entonces se dificulta cumplir ese tipo de plazos. Y el tiempo se me escurre entre los dedos, y luego me lamento, y luego el tiempo se me ríe en la cara con una máscara de lo que he dejado ir en ese momento.
Y de eso estoy hecho, ya ni sé de qué estaba hecho hace tres años, o cuatro… y medio. Ya he perdido perspectiva de lo que soy, de quién soy. Tendré entonces que preguntarme, cuándo. Y cuando no tiene respuesta más allá de ahora, soy lo que soy ahora, soy lo que quiero ser ahora, mediado por lo que puedo ser ahora, dividido por lo que quieren que sea ahora, multiplicado por las veces que he querido ser algunotracosa. Entonces soy un bollo de seres, un granfalloon de carne y hueso. Una masa la cual dijera Silvio no tendría cantera.
Y siendo tanto caos y tanto bodrio de bacterias y parásitos que se mueven en mi estómago y afectan mi digestión, mi temperamento y llegan al cerebro y me vuelven cuerdo. Aun siendo todo esto, decidí ser disciplinado para algo. Para alguien. Porque realmente no lo era. No era juicioso, no quería serlo, siempre quería más y más. Por más que quería me querían aún más, luego dejé de hacerlo y me convertí en un ente. Estancado, ahí... Como muerto. Como quien no quiere la cosa, pero se tapa los ojos, la nariz y las ojeras y simplemente obedece órdenes. Y la orden era de carácter romántico. Era la fidelidad. Y eso no existe, porque apenas yo crucé el umbral y decidí ajuiciarme, eso por lo que las mariposas revoloteaban con furia en mi estómago, decidió desjuiciarse también y el corrector me sugiere desquiciarse. Entonces comencé a escribir versos tristes, en algún patético me convertí, releo lo que escribió esa persona cuando éramos felices, o más o menos felices. Y sentía como mariposas lo que hoy sé que son lombrices.
El pasado pisado y es así de simple. Pero el paso cuesta trabajo y la suela se ensucia y el píe se agota.
Entonces fue la rutina…


Capitulo II
La rutina me mantiene vivo, en forma, me ayuda a pasar el tiempo y me ayuda para dormir. Me volví un esclavo de la rutina, pero un esclavo feliz, un esclavo servil y contento, orgulloso de su servidumbre.
La negación es inminente después de una desgracia, después de una crisis, la ira, el odio, todos esos pasos tan humanos y a la vez tan inhumanos, tan implantados, tan culturales y tan antinaturales. Porque todo eso es puro apego. Apego a las cosas que igual se van a ir. Todo se pierde, la ropa que visto ahora, el techo que me acobija y la cama sobre la que duermo. Todo debe volver al infinito continuum de la vida y la muerte. De la materia eterna y transformadora. Del agua.
Dejaré la doncella de una vez por toda en la orilla del río, y no cargaré ni con el recuerdo de su bella figura, ni me cansaré por llevar su peso. Simplemente si llego a mirar atrás sonreiré por haberme librado de esa carga, y por haber llevado el momento a su fin cuando fue debido.
Pero por ahora, tengo que agarrar el piso con fuerza, enterrar los dedos de los pies y resistir caerme. Porque de cierta forma quiero hacerlo, quiero caerme. Mantenerme en píe como un árbol, después de mil tormentas, incendios y talas. Y leeeentameeeeente, recuperar la postura, recuperar la cordura, sembrar raíces y recoger nutrientes, volver a poner duro el tronco y rica la sabia. Malpensados. Volver a botar semillas y esperar.
Lo difícil es no engañarse a uno mismo, ponerse una máscara de felicidad y llegar a dar clase, enamorarse de una estudiante, o dos, o tres. “Enamorarse” porque eso no es nada. Son caprichos. Porque realmente enamorarse va más allá de ese gusto tan instintivo y tan primordial, primate.
Y no quiero entregarme a mis instintos ahora, quiero ser consecuente con lo que siento, quiero verme a los ojos en el espejo y decir, “puta madre Andrés qué triste te ves, estás hecho una mierda,… pero linda barba ¿eh?”. Porque poco a poco, como la barba, esas raíces van creciendo de nuevo, y cuando vuelva a tomar fuerza, ¡Tente mundo! ¡Tente porque te vas a ir de p’atráj no joda!
Ya llegará el tiempo de afeitarse, de dejar de verse mal, de ser un poco más narcisista y más egoísta. Pero egoísta por algo, no por alimentar el ego, porque eso no pasa de ser una simple ilusión más, otra máscara. “El profe con el ego por el cielo” me dijeron hace poco, no sabían que tenía el ego por el piso y ni “el profe” me hacía sentir bien. ¿Pero y para qué lo querrían saber?
Así que es hora de escribir un nuevo capítulo, uno sin tanta rabia, sin tanta tristeza, sin tanto corazón. Con más cerebro, con más lógica y orden. Hay que dejar de ser un caos de letras y escribir una sobre otra, comenzar a escribir de corrido, en cuaderno ferrocarril, bien clarito, bien bonito. Entonces es hora de poner las últimas cartas sobre la mesa y ser claro jueputa. ¡Claro claro, como el agua!


Capítulo III
No, para mí no fue fácil dejar de ser prioridad de la persona que yo más amaba en el mundo. Mucho menos cuando decidí ponerla como máxima prioridad en mi lista y yo ni siquiera clasificaba dentro de la suya. Tampoco fue fácil, ni me enorgullezco de haberme puesto de rodillas, humillarme para sonsacar un poquito de amor es un error gigantesco. Sólo se logra lástima y sólo se logra poner más bajo en la lista, porque nadie quiere eso, nadie quiere llevar una carga a cuestas. Y es que en ese momento, ese momento era el peor momento de todos. Y nadie quiere, ni tiene por qué, cargar con alguien en su peor momento.
¿Pero hubiera sido lindo no crees? Haber sentido algo de apoyo. Pero nada, ya pasó, y pasó como pasó y ya. No hay culpables. Yo entiendo tus razones y no te culpo, a la vez yo entiendo lo que yo necesitaba y quería, y tampoco me culpo. Ya ni me arrepiento, eso fue lo correcto en ese momento.
En ese momento.
Porque ahora he pensado tantas cosas. Y ya sin ese velo de odio, ni de rencor, ni de sentimiento negativo alguno. De una forma un poco, al menos un poco, más objetiva, me he dado cuenta que simplemente perdí la pelea contra uno de los monstruos. Y estoy tratando de recuperarme para volver a la batalla y vencerlo. Ese monstruo era yo mismo. Era esa imagen débil de mi misma que dependía demasiado de los demás, de la aceptación de los demás, de la muerte de carácter.
Pero a la vez me doy cuenta de que aquello por lo que yo luchaba, ya se había esfumado hacía tiempo. Hacía uno, o dos años. Lo que yo amaba era el humo que subía moviéndose y disipándose por el viento hacia el cielo, señal ya débil de que en algún momento allí hubo fuego. Un fuego divino, pero que llegaría a su fin. Y así lo fue, al final ya ni las brasas quedaban, yo luchaba por las cenizas de lo que fue en algún momento ese sentimiento tan fuerte que tenías por mí. Llamémoslo amor.
Y tal vez ahora eras mejor, mayor, más y más. Entonces te bañaste las alas de libertad en cera y subiste por los cielos como el ídolo, mientras yo te gritaba desde la tierra, “no subas más, no me olvides”. Te olvidaste de donde venías, y sólo miraste para donde ibas, tú, sola, egoísta, altiva. Eso no es motivo de desdén, es de hecho algo mucho más complicado, porque te admiro por eso. Admiro esa ambición. Pero me duele que me hayas dejado atrás.
Aún no has caído, y espero que no lo hagas, espero que no vueles demasiado alto y se derritan esas alas, porque después de todo yo las construí para ti. Yo, tu Dédalo. Al verte volar, tan libre, tan feliz, tan poderosa, entonces yo decidí volar también, pero en otra dirección, lejos, lejos, hacia otros horizontes. Y quien sabe, el planeta tierra es una esfera, tal vez en alguno de nuestros vuelos nos encontremos de nuevo en otras latitudes, longitudes, alturas o profundidades. Pero por ahora. Sólo queda seguir aleteando. Y tal vez, tal vez, voltee a mirar de vez en cuando, sólo tal vez, para cerciorarme que tus alas siguen bien pegadas, a tus espaldas.


Capítulo IV
Este capítulo, que sirva como intermezzo antes de continuar. El quinto grado suele cargar la tensión. Mientras el segundo y el tercero suelen ser menores, tristes; el primero mayor, sublime, imperativo, radical, pero a la vez reconfortante, relajante. Al cuarto grado se le llama subdominante. Estamos planeando,  y podríamos subir o aterrizar, pero aún es incierto, esto es una subdominante.
Tengo muy cerca de mi corazón una canción llamada Of matter, que a la vez son tres canciones, casi como el dios católico. Proxy, Retrospect y Resist. En la primera, Proxy, el sujeto es imperfecto, está en crecimiento, está incompleto pero apunta a ser algo más. Mas tiene un modelo. Y ese modelo, está ahí, hasta que ya no está. Entonces el sujeto abre los ojos a una nueva realidad. Es casi como salir de la niñez. Es casi como volver a nacer. Es casi como si hubiera cumplido cuatro, o tal vez cinco años.
Luego en Retrospect, se crea una tensión dominante a lo largo de las líneas, el sujeto lucha, contra sí mismo contra la naturaleza externa, contra su propia naturaleza interna también. Siente la presión, y pareciera ceder ante ella. Se vuelve como una piedra, como una piedra oscura, siniestra. Pero tiene la esperanza de algún día ser visto, ser de nuevo valioso, tener control de nuevo. Entonces…
… sucede Resist, y el sujeto se da cuenta de todo el tiempo que perdió luchando en contra de sí mismo, en contra de su naturaleza inherente, en contra del tiempo. Está ya viejo y ve el pasado con nostalgia, pero por un instante. Porque ya está libre de todo, ya es libre de ser lo que quiera en vez de ser esclavo de aquello que no era, entonces se convierte en diamante. Llega a buenos términos con su propia alma, recordando como en su peor momento esperaba ser suficiente, ser algo, o tener algún valor para alguien. Pero no estaba listo, la capa que lo cubría era demasiado gruesa y sólo pudo descubrirse luego de mantenerse por años bajo esa presión. Resistió.


Capítulo V
El ser humano está lleno de contradicciones. ¡Boom! máxima. Es la exquisitez misma de su esencia ser así y a su vez no serlo. Estar de acuerdo y no estar de acuerdo. Estar y no estar en un mismo lugar.
Vi por demasiado tiempo a los ojos de la bestia y me rendí a sus pies, no pensaba que tuviera puntos débiles, él era un coloso. Simplemente no había apuntado mi espada sino a su armadura, y por lo tanto no había podido ver la carne débil, cubierta de un denso vello del cual podría haberme colgado para llegar hasta ahí, era una coartada. Luego clavé la espada y lo herí, pero se sacudió y me botó de su lomo. Luego volví a subir y clavé la espada de nuevo. Y murió.
Pero al morir, parte de sí escapó de ese moribundo y negro cuerpo, se metió en mi alma y se posesionó como una parte de mí, una parte oscura. Una falsa promesa que dejó en mí una semilla muy real, muy inmediata. Ese demonio aún vive dentro de mí y aún tengo que luchar contra él. He aquí mi primer contraataque.
Entre mis enamoramientos súbitos e incontrolables, encontré una figura de la cual enamorarme, una figura paterna, fuerte, que se suponía quería lo mejor para mí, sacando lo mejor de mí a cada instante. Yo también me entregué a esa imagen, fui su fiel servidor, sin dudar de él, sin cuestionar su actuar. Me dejé llevar cuesta abajo. Terminé siendo esclavo de sus caprichos y de sus mentiras, de sus faltas. De sus tantas y tantas mentiras e imperfecciones. Era una cascara. Muy gruesa, es cierto, muy resistente. Pero una cascara después de todo.
Esa cascara de carácter psicópata sólo encuentra placer al tener a todos bajo su control. Bajo ilusiones. Ilusiones de grandeza, de poder, de sabiduría. Un sage. Pero no. Es solo un bufón, un hablador de grandilocuencias, un megalómano, un lobo disfrazado de oveja.
Quitar el disfraz, o rasgarlo un poco fue la peor ofensa. Entonces decidió buscar la forma más apropiada de llevarme a mi punto más bajo. Movió piezas y finalmente me dejó sólo. Se llevó a mi reina y a mi alfil. Pero no ha ganado la partida. El tablero sigue abierto. Sólo necesito algo de tiempo.
Tiempo. En ese tiempo. En ese tiempo miré demasiado al abismo, y el abismo miró dentro de mí.
Pero no fui el único.
También tú, también tú miraste demasiado tiempo al abismo, y te convertiste en lo que más odiabas. Sin darte cuenta. Ahora eres otro peón más, uno a pocos cuadros de coronarse. De ser otra reina más en su tablero.
Lo cierto es que, en escala, finalmente, el abismo termina siendo demasiado grande, demasiado imponente como para luchar contra él. Y en ocasiones simplemente las piernas ceden y uno cae sin quererlo.
Sin tener la fuerza de siquiera aferrarse a esa orilla, escalar de nuevo, y no volver a mirar abajo, dar vuelta y comenzar de nuevo. Buscar otro camino. Tal vez no sea sencillo. Pero esa es mi decisión. 

jueves, 4 de febrero de 2016

A New Life

Los años pasan y, maldita sea, gracias por haberte acabado 2015! ya era hora. 

El 2016 ya lleva una doceava parte de su ser. Y ya está demostrando ser mejor que el 2015... aunque...

Este enero fue el peor mes que he tenido en toda mi vida. el más duro sin dudarlo. 

Pero lo importante de ahora, es redescubrir.

Redescubrir muchas cosas que se han perdido en el camino. Cosas que he olvidado sin y otras que he borrado por mano propia. Este año es el comienzo de una nueva vida. Todo cambia y no quiero ser una piedra en el río de la vida. 

El año pasado me sirvió para darme cuenta de la importancia de tener la gente correcta alrededor. Las decepciones comienzan con una etapa de negación de la cual es difícil concienciarse. A su vez, me di cuenta de la cantidad de errores que uno puede cometer y a lo que lo pueden llevar, pero también me di cuenta de que a veces no hace falta sino quedarse quieto para que toda la maquinaria fluya y se creen errores y problemas de la nada. 

es decir, pecar por omisión. 

Mentir, no es la gran cosa. Mentir es una cosa del día a día, inconsciente, divina, perfecta. Decidir mentir o no es algo irrelevante, pues las mentiras al final del día, pueden llegar a ser buenas de alguna retorcida manera que no va al caso ejemplificar. Sin embargo, el verdadero problema es ocultar las verdades. 

Esa pantalla de humo, esa incertidumbre, esa falta de decisión por un sí o un no. Es decir, si sí mentir o no mentir. En últimas la incapacidad de tomar esa decisión es la que lo lleva a uno a "dejar así" y esperar a ver qué sucede: a pecar por omisión. 

Y yo lo hice y me lo hicieron y por eso ahora soy medio experto en el tema. Lo hice porque dejé pasar muchas cosas, extradiégesis. me convertí en un mero observador, espectador de las decisiones de los demas, y cuando estaba a punto de actuar. Un sentimiento de impotencia me. de. te. ní. a.

Impotencia al cambio, esa característica hermosa de ser observador es la capacidad de predicción que conlleva. Es un regalo. Entonces, cuando uno se da cuenta que las cosas no van a cambiar, después de haber intentado mucho, aparecen dos opciones, o seguir intentando, o esperar a ver si las cosas cambian. 

Y no cambiaron. porque no hice nada. y eso podría considerarse un error. Pero. Hasta qué punto entonces debe uno luchar por cambios de los cuales no tiene forma de controlarlos? 

precisamente hasta ese punto, hasta el momento en el que uno se da cuenta de que no tiene control, ni influencia ni nada con respecto a la situación. Lo paradójico del asunto, es cómo finalmente uno es señalado como culpable de eso sin haber hecho nada. "dejó que la situación se lo llevara!" y si fue así... soy el único culpable? 

comod ije al comienzo, no quiero ser una piedra en el río de la vida, en el río del tiempo, no quiero que el agua pase y yo siga ESTANCADO en un hoyo profundo y an que no llega la luz. porque tal vez ese hoyo finalmente no es tan profundo y la luz juega con mis ojos, se ve tan lejana... tan ... distante. 

Por eso es la necesidad del redescubrimiento, de volver a nacer y de volver a experimentar otras cosas. Re-experimentar la soledad en este caso no es nada malo. Tiene sus desventajas, como todo. Pero el tiempo ya no se siente ajeno ni compartido. Por primera vez en mucho tiempo siento que el tiempo es mío. y es taaaan largo! y no es malo de nuevo.... es desconcertante, es difícil de entender que la soledad implica menos tiempo gastado en los demás, menos pensamientos gastados, menos dinero gastado, menos preocupaciones y más posibilidades. 

En últimas, es una forma de estar tranquilo bastante original. Que hace más de 6 años no probaba. 

y es que es en este momento cuando me doy cuenta todo lo que he cambiado en estos 6 años. No he madurado mucho, pero he cambiado, he pasado de ser alguien desesperado por compañia, triste y negativo. A quien soy ahora, una cantidad de habitos mucho más productivos que los viejos habitos. Más variados, más enriquecedores y más productivos. Es difícil de poner en palabras. pero hace 6 años todo se reducía a ser un músico frustrado y solitario desesperado.  

Ahora soy un profesor de inglés y de francés, estudiante de lenguas, músico por hobby (y muy feliz de serlo), artista marcial en crecimiento y solitario por decisión propia. 

Qué cantidad de cosas, en perspectiva!

Hace 6 años no era nadie, ahora soy mucho menos nadie que hace 6 años. 

y así seguira el crecimiento. Tal vez no en variedad, pues una variedad demasiado extensa, es contraproducente. pero sí en profundidad. quiero seguir enseñando, me encanta enseñar y lo haré hasta que me muera. Quiero aprender más lenguas, Mandarín por ahora, luego japonés, luego quién sabe! hay tantas lenguas para aprender... tantas cosas nuevas por probar. Quiero seguir tocando guitarra y hacer mi ruido, ese ruido que amo y que aprendí a odiar de alguna forma. pero que no! no puedo finalmente odiar. es un ruido necesario. Resultó gustandome mucho más de lo que jamás pensé el arte marcial, pero no soy esclavo de ella ni de nadie. Yo la volví servidora mía, porque me hace mejor de tantas formas, que no puedo parar, y no importa si nunca llego a ser cinta negra ni nada, porque realmente el crecimiento está dentro de mí, no alrededor de mis pantalones. Y ahora estoy solo porque decidí estarlo, porque como dice le viejodicho, es mejor estar solo que mal acompañado, y estar acompañado por una persona que ya no lo ama a uno... bueno, no hay mejor definición de eso. Pero está bien, es muy interesante redescubrirse soltero. aprovechar las ventajas de serlo, dejar de vivir junto a alguien. y vivir junto a uno mismo. 

y todo esto puede sonar como loser, "alguien que dice estar solo por decision propia es mentira" o "realmente no quiere estar solo".

y puede que sea así, finalmente quién quiere estar solo? 

pero en este momento, es lo correcto, es lo que debe suceder, es el siguiente paso. Aprender a estar solo es más difícil que aprender a estar acompañado, y sobre eso ya he tenido un tiempo para aprenderlo. 

Por último. Hay algo que no se puede decir pero es una gran tragedia, que pensé nunca viviría. y ahora que la estoy pasando en carne propia, no puedo organizar lo que se siente. Es algo infinitamente triste y a la vez positivo y que da paso al futuro... paradójicamente. Era algo tan hermoso, y que haya desaparecido y quedado en el recuerdo es tal vez lo más hermoso de todo, algo que no llegó a materializarse pero que quiso hacerlo! como si hubiera sido una prueba de fuego. Era una máxima demostración de amor y gracias a alineaciones cosmicas pasó y por decisiones humanas se detuvo. 

Y se siente un poder desolador. como una bomba atómica. como una responsabilidad demasiado grande como para contenerla, como una granada a punto de explotar en las manos.
mejor soltarla. 

dejarla ir. 

a morir. 



Es mejor seguir caminando. siempre. para siempre.