domingo, 10 de diciembre de 2017

un día como hoy....

...hace unos años. Con una algarabía similar, en una casa casi igual, en un segundo piso tal cual como en el que estoy ahora. En una cama parecida, con un clima frío, tal cual el de hoy....

Amaba de nuevo a quien más he amado después de mucho tiempo sin siquiera tenerla en mis brazos.

Hoy es diferente.

Ese día, volví a sentir el calor de Pilar después de no haberla visto en un largo tiempo... o mejor aún, después de verla un día, un día algo extraño en el que en ese segundo piso estaba Ángela, y en el primero, a través de una reja, estaba Pilar. Creo que subestimé la importancia de tal hecho pues, esa sería la última vez que ella me buscaría, realmente la última vez que ella alargaría su mano para tomar la mía.

En realidad ya no importa, pero en ese momento lo hizo, y hoy simplemente me acuerdo del asunto, porque fue un día domingo, casi igual, muy similar.

Pero hoy la noticia no es tan buena como lo fue en ese día.
Mi abuelo ha muerto.
Abraham Moisés ha muerto.

Y está bien, supongo, pues pude verlo a tiempo. Y me encanta leer las palabras de mi mamá cuando dice que "mamó gallo hasta el final". Así era él.

Esos días que estuve allá en Santa Marta, sentí esa conexión y a la vez esa distancia que teníamos. Lo consentí, lo abracé, le dije que lo quería. Cada noche me despedí de él y cada mañana lo saludaba. Esos siete días con él no los olvidaré. Porque esa voz ronca y ahogada, que luchaba por salir de su pecho, en últimas (todos lo sabíamos) era el presagio de lo que sucedió hoy.

Y es que no le dolía nada en ese momento, ni creo que le haya dolido nada hoy. Creo que se fue en paz, creo que se fue tranquilo, tranquilo de que hace tan sólo un par de semanas, todos sus hijos fueron a verlo. Su nieto fue a visitarlo también.

Tal vez nunca fui el pechichón de él, como sí solía decirle a mi hermana (la pechichona), en realidad no pude haberlo sido, soy hombre ella era mujer. Es lo natural, que los papás quieran más a sus hijas. Aunque mi hermana no era su Hija, era como si lo fuera. En pocas palabras, Como si no hubiera suficientes cosas extrañas dentro de mi familia, mi hermana era hija de mi abuelo.

Tengo una foto que atesoro, una foto robada, pues no es mía. De hecho es de mi mamá.
En ella está mi abuelo junto a un equipo de softball de allá de Santa Marta. Sé que mi abuelo estuvo jugando hasta hace relativamente poco. incluso ya siendo viejo.
Tuvimos una pequeña conversación al respecto ahorita en noviembre.

- Papi, cuando fue la última vez que jugaste softball?
- dos...mil....siete
- yo tengo una foto tuya con el equipo, te acuerdas?
- ajá, yo... se... la... di... a... tu ... mamá.
- sí pero yo me la robé jaja.

No dijo nada más. Supongo que no le  gustó que me hubiera robado la foto.
Me da igual
Es mía.

Y es que esa foto, más allá de cualquier otra es la que mejores recuerdos me trae de él. Porque a pesar que nunca lo vi jugar. Sí recuerdo esa época, cuando él era a la vez viejo y joven. Y yo iba a la samaria a visitarlo con mi mamá. Y nos sacaba en el Renault color aguacate, del cual aún recuerdo los seguros de las puertas, pues nunca había visto algo así, se asemejaban a corazones de pollo o pequeños riñones. Tiesisimos, era un camello abrirlos o cerrarlos. Recuerdo que salíamos con él, íbamos incluso al consultorio donde aún entonces trabajaba! Recuerdo su vestimenta, su panza, sus canas. Recuerdo esa voz fuerte y regañona de la que luego me quejaba con mi papá, porque allá en la casa "gritaban mucho". No era así, era el carácter. No más.

Recuerdo también un día que preguntó cuanto costaban unos aguacates. Le dijeron que 6 mil. y dijo, ¡Ni el lomo fino!

También recuerdo esa anécdota sobre esa vez que conoció a un tipo en la calle y le preguntó por el nombre. El tipo respondió Alfonso Capone. Era un tipo cualquiera, simplemente tenía ese nombre.

Recuerdo sus últimas risas, quedas, silenciosas.

Recuerdo su piel colgante y delicada. Sus músculos casi inexistentes.

Recuerdo tantas facciones que yo tengo sobre mí que será imposible olvidarlo porque cada vez que vea esos vellitos que tengo en la espalda, o vea su cuerpo reflejado en el mío cada vez que me veo en el espejo, con estas patas y brazos largos y flacos. Esta nariz gigantesca que le pasó a mi mamá y luego a mí. Esos ojos cafés, luego azules que ahora comienza a llevar mi mamá. El glaucoma que se le llevó la vista y el cual tengo que estar chequeando cada 2 años.

Todo eso siempre me lo va a recordar. Y parece poco, parecen las cosas más tontas del mundo. Pero en ese momento lo serán todo.

Hoy lo son todo.

Gracias papá Abraham.




¿Me pregunto si recordaré a todo el mundo con tal agradecimiento?

No hay comentarios:

Publicar un comentario