sábado, 17 de noviembre de 2012

Espiral

Atravesando la selva, escuchando los pasos... cada paso que dejo atrás, se convierte en el eco de una nueva pisada: Me siguen, cada una de mis huellas se convierte en una ajena. Estoy siendo perseguido.

Sigo pisando, un pie adelante, luego el otro, así va quedando el primero atrás, así se va disipando el eco, así también va apareciendo.

No alcanzo a ver mis pies, con obvia seguridad han de estar sobre el suelo, la selva es densa, pero con segura obviedad, no puedo estar flotando.


El eco comienza a intensificarse, es un martillo contra una caja metálica  es el ruido del cole  es la madera del martillo, es el sabor de la caja, siento el sabor metálico.


El sabor metálico del eco.

Está contra mi cabeza, es la caja, es el eco, es el martillo, giro la cabeza, la presión aumenta con cada milímetro que me acerco a la verdad, el dolor en mi sien aumenta, el martillo cae, el golpe suena, la caja entra.

Y justo cuando mi espalda toca la hierba, muerta, veo a mi perseguidor, a mi eco, a mi asesino, el arma en su mano, mis ojos en los suyos, su sonrisa en mi rostro, mis lagrimas en sus ojos.

Llego, despierto, abro los ojos, sigo durmiendo... me doy cuenta quien era el asesino, era yo mismo, el eco, el que sostenía el arma, el que había disparado, y así salia de la espiral. 

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